La decisión de vivir en una residencia de ancianos es un paso importante. Comparar servicios, instalaciones o precio es fácil, pero lo que realmente nos preocupa también otros temas. Tales asuntos son saber cuándo ha llegado el momento de dar el paso o cómo es el día a día allí. Si estaremos a gusto en un ambiente diferente o nos sentiremos fuera de lugar e incómodos. Lo mejor es conocer la experiencia en una residencia de ancianos de la mano de quienes viven en Residencia Albor. Por tanto, hoy te traemos el testimonio de Teodoro, que forma parte de nuestra comunidad desde hace un año.
El comienzo
Teodoro tiene 84 años y se quedó viudo hace dos. Unos meses después fue cuando se dio cuenta de que necesitaba un cambio en su vida, porque nada volvería a ser como antes. “Me esforcé por adaptarme a vivir sin Antonia e intentar mantener mis rutinas de salir a andar o quedar a desayunar con amigos. Pero un año después empecé a ser consciente de que me estaba alejando de todas esas cosas que me mantenían activo, me estaba abandonando y aislando. Mis problemas de rodillas se agravaron. Empecé a sentirme inseguro, además de muy solo”. Ese fue el momento en el que Teodoro empezó a plantearse buscar un lugar en el que se sintiera acompañado y atendido.
Es habitual que una decisión de ese tipo lleve tiempo, al fin y al cabo, es cambiar totalmente de ambiente. Sin embargo, Teodoro no podía quedarse con la duda y decidió emprender esta gran aventura. De hecho, él bien sabe que si no se diera la oportunidad de tener una experiencia en una residencia de ancianos se arrepentiría más que si la tuviera. No podría estar más en lo cierto.
Dar el paso
Aunque no tuvieron hijos, Teodoro es el mayor de cinco hermanos muy unidos, que le apoyaron en su decisión y le ayudaron a encontrar el mejor hogar. Y así llegó a Residencia Albor, donde sus hermanos y sobrinos le visitan todas las semanas. “Pensaba que me costaría adaptarme, porque ya se sabe que a esta edad los cambios nos cuestan mucho… Pero fue todo lo contrario. Es agradable encontrar un lugar en el que todo está adaptado a ti. Como consecuencia, las instalaciones son cómodas y no suponen un problema para mi movilidad, la atención médica hace que mi salud esté vigilada, me mantengo ocupado gran parte del día con distintas actividades, etc. No obstante, lo más importante es que he podido hacer amistades con las que compartir experiencias y buenos momentos”.
Esta, según muchos residentes, es una clave para entender lo que se busca tener en la experiencia en una residencia de ancianos. Una de las razones es evidentemente luchar contra la soledad en esas edades que, afecta a la salud física. Teodoro lo experimentó y vio cómo diagnósticos que le habían hechos sus médicos tras llegar a su edad, no se cumplieron debido a su gran estado de ánimo. Por consiguiente, la experiencia en una residencia de ancianos es beneficiosa en todos los aspectos y, más si esa residencia es la Residencia Albor.
¿Cómo se vive la experiencia en una residencia de ancianos día a día?
Por las mañanas, tras disfrutar del desayuno con sus compañeros, Teodoro asiste cada día a su terapia individual con el fisioterapeuta. “Es increíble lo que he mejorado gracias al fisio. Con mucha constancia hemos conseguido recuperar movilidad y tener menos dolor. Después participo en la gimnasia en grupo, que me ha servido para complementar el trabajo con el fisio y fortalecer la musculatura”.
Su familia afirma que lo más importante no es solo que esté cuidado, sino que ven que Teodoro ha recuperado la ilusión a través de pequeñas cosas. “En los últimos meses había dejado de lado actividades que siempre me han gustado, como la música, que me hace sentir muy bien. Ahora no me pierdo ninguna de las actividades o talleres que estén relacionados con ella”. También ha descubierto nuevas aficiones, como la jardinería. “Como vivía en un piso en Madrid nunca tuve mucho contacto con el campo, pero resulta que tengo buena mano para el cuidado de las plantas. También, se aprenden cosas nuevas, es una actividad que me relaja”.
Las tardes en Residencia Albor son más ociosas. “A mí me gusta echar una cabezadita después de comer. Y luego, un descafeinado con leche y ya estoy listo para la partida de mus con los amigos, llevo toda la vida jugando y aquí he encontrado un grupo de mucho nivel, ¿eh?”
El broche final de una experiencia en una residencia de ancianos en primera persona
Este es el testimonio de Teodoro, que eligió dar un cambio y no pasar la última etapa de su vida en soledad. Aunque no necesita atención médica exhaustiva, sí quiere vivir con la tranquilidad de estar atendido ante cualquier imprevisto. Y sobre todo, quiere disfrutar de sus aficiones, hacer cosas que le hagan sentirse bien y compartir su tiempo con personas con las que ha encontrado muchas cosas en común. No te quedes con la duda, ¡ven a conocernos!